viernes, 23 de enero de 2015

En el fondo, nunca morimos.

 Siempre me han dicho que si un escritor se enamora de ti, nunca morirás. Pero yo no creo que sea así. Verás, cuando morimos, realmente seguimos vivos. Si, ahora estarás pensando esta loca que dice, que pasa que ha muerto y ha resucitado o que es un vampiro. Pues ninguna de estas cosas. Simplemente tengo mis teorías. Aunque esta, está demostrada por mucha gente. Es cierto que cuando un ser querido se va, te deja un vacío muy grande, te quita el apetito y las ganas de hacer cualquier cosa. Siempre piensas, ¿porqué esa persona y justo ahora? Pues eso es obra del destino y no podemos hacer nada. Pero cuando superas esas fases poco a poco los rallos del sol vuelven a entrar en tu vida. Vuelves ha hacer las cosas que te gustan, a quedar y salir hasta las tantas, y lo más importante, vuelves a sonreír y a ser feliz. No pienses que por volver a ser feliz estás traicionando a la otra persona, es más, estoy segurísima de que es lo que querría. Vuelves a hacer las cosas de antes pero te acuerdas de los que ya no las pueden hacer contigo, empiezas a recordar anécdotas, historias, risas y lloros. Y es justo en esos momento cuando la persona vuelve a vivir, puede que por unos minutos escasos pero tu has hecho que vuelva. Tu has sido el culpable de que nunca llegue a morir. Si alguien de los que lean esta entrada va a mi funeral, por lo que más queráis, no lloréis. Me gustaría que montaseis una fiesta, que os emborrachaseis con malibú o vino moscatel y que contaseis cualquier historia. Y si en alguno de esos momentos os acordáis de mi, mirar al cielo y decir hasta luego. 

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